Guarapita activista

Háblame de DDHH sin decirme que me estás hablando de DDHH 💃

Viernes, 29 de abril de 2022

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[Fruta]

Tejernos en pleno agujero negro

El arte no solo está en los museos. Entre melodías, colores y versos, los derechos humanos se visibilizan apoyados por el hecho artístico ✨

🎨🎯✌️

Vayamos a 2013. Nicolás Maduro hereda la presidencia de Venezuela. Denuncias de fraude en las elecciones. La protesta retumba en las ollas que suenan en las calles y en los balcones de los edificios. Pero también hay otros tipos de protesta que, a simple vista, no parecen tal cosa. ¿Qué impacto pueden tener 15 artistas, entre ellos algunas bandas emblemáticas como Zapato 3 y Viniloversus, sobre una tarima desplegada en plena Avenida Francisco de Miranda? Convocar a más de 30.000 personas alrededor de una causa: la libertad de expresión.  Ese fue el I Festival Tu voz es tu poder, organizado por Sin Mordaza. Tenía un doble propósito: el encuentro de unos con otros y la sensibilización y visibilización de la violaciones de DDHH. “El sitio no fue al azar. ¿Dónde se realizan las protestas? En la calle, en una avenida que representó y sigue representando un foco importante donde se realizan las protestas. Un concierto que duró 12 horas, desde las 9 am hasta las 9 pm”, cuenta Nathalie*, miembro del equipo de arte y cultura de la ONG. Sí, ese mismo espacio donde lanzan bombas lacrimógenas es apropiado por miles de personas, resignificado por completo.  Luego, en 2016 y 2018, le siguieron dos más de menor escala, pero con el mismo fin. Incluso esperan retomarlo en un futuro próximo. Sin Mordaza, además, incentivó concursos de canciones de protesta para músicos emergentes. Uno de ellos se convirtió en un CD homónimo en 2017. Es que la música, explica, en comparación a un discurso “no es pasajera; siempre va a quedar registro en tu mente”. También han impulsado murales, calcomanías, diseños de ropa. Todo con el objetivo de mover, inquietar sobre los DDHH: “El arte, desde siempre, ha sido un puente para sentir. Con ella [la música] nos llega un mensaje mucho más claro y preciso, que, a mi parecer, toca el alma”. Y es justamente el arte y el proceso artístico lo que está en la órbita de los activistas. No se trata de una forma de instrumentalizar el arte, sino de qué forma están abordando los problemas. “El arte nos permite cuestionarnos, interpelarnos y plantearnos esos desafíos desde una apertura creativa, pero no como una panacea ni como una herramienta que está en la caja y que puedes usar en plan: ‘si uso arte tendré estos resultados’, no. Eso no ocurre. El propio proceso es el resultado”, arroja luz el profesor de la UCAB y miembro de LABO, Eduardo Burger.

El ojo sobre No soy tu chiste, de Daniel Arzola

👉 ¿Qué fue? Una campaña viral de afiches hecha en 2013 contra la homofobia y en defensa de los derechos de la comunidad LGBT. Fue traducida al inglés, al portugués y se distribuyó en más de 30 países.  👉 ¿Cómo surgió? Es un proyecto personal. Es mi respuesta por haber crecido como una persona queer en el contexto venezolano. Yo me crié entre Choroní y Turmero y luego Maracay, y encontré formas muy violentas y sistemáticas de homofobia. Fue para mí una respuesta para todo eso y reclamar los espacios visuales con mi trabajo. 👉 ¿Por qué el arte? Los procesos creativos son importantes para hablar de temáticas sociales porque pueden trascender. Uno puede entender la época que estaba viviendo la humanidad si prestamos atención a la historia del arte. Puedes entender acerca de la revolución mexicana, por ejemplo, a través de la obra de Diego Rivera, o sobre la dictadura de Franco en España con los poemas de Lorca.  👉 ¿Cuál fue la respuesta? La respuesta de la audiencia en Venezuela fue muy variada, pero creo que la respuesta de la gente más valiosa fue la que cambió mi realidad [Hace mención especial a Diana López que aceptó sin parpadear su propuesta para exhibir en el Centro Cultural Chacao]. De resto, el desprecio o el odio a través de RRSS por parte de venezolanos siempre estuvo presente.👉 ¿Cumplió su objetivo? Creo que sirvió para reclamar de vuelta a un tipo de mensaje sistemático de burla que se establece en nuestras identidades, porque en Venezuela para muchos ser homosexual es sinónimo de ser un chiste.

LABO = Laboratorio Ciudadano de No Violencia Activa. Es un colectivo que surgió en la Librería Lugar Común en 2017 durante conversaciones sobre movimientos sociales no violentos, pero la charla trascendió. Una de las inquietudes que exploraban era cómo estar en la calle. Así le fueron dando forma a La Perolera. Con botellones de agua y tambores, vociferaban consignas y bailaban en medio de las manifestaciones. “Buscábamos la alegría, la felicidad, la fiesta; la fiesta no como una forma de evasión, sino como una forma de generar conciencia. En la fiesta hacemos memoria, en la fiesta nos miramos, en la fiesta nos celebramos”, explica. Tiene incluso un plus: “Lo dionisiaco, el caos, el placer, la diversión genera esa confusión en quienes pretenden, de pronto, reprimir una movilización, porque no es una amenaza (...) Esa confusión es ganar un milímetro, un centímetro, un metro, es ganar tiempo para hacer sociedad civil”.  Hay otros proyectos en los que siguen dándole vueltas al cubo de Rubik: Birras despolarizadas, para hablar sobre temas que suelen ser polarizantes, y  El Parasistema, no-talleres para crear conocimiento en conjunto. “Los regímenes autoritarios viven de restar, de disminuir, de reducirte, de sentirte que no tienes opciones”, continúa Burger, por eso con estos buscan sumar. “Tenemos que encontrarnos y rehacernos constantemente. [Se trata] de cómo conectamos la gente más dispar y diversa posible, buscando generar confianza, buscando generar encuentro”.  Como dice PROVEA, una de las ONG más longevas en el país con 34 años de actividad: Todos los derechos, por todos los lenguajes. Desde comunicados en cómics, hasta novelas gráficas para traer a colación a civiles como Rómulo Gallegos en un país militarizado. Incluso recuperar la historia del rock en Venezuela funciona para hablar de DDHH sin dictar una clase —tienen una base de datos con más de 500 canciones de protestas registradas desde 1999 que lanzarán con un libro de Gregorio Montiel Cupello— y agrega un elemento más a todo esto, que señala su coordinador Rafael Uzcátegui: “No solamente lo vemos como el objeto innovador, sino que también para nosotros es muy importante el proceso que nos permite generar espacios de confianza para que la gente, además de ejercer su derecho a la cultura, pueda reconocerse y construir confianza para seguir este camino tan largo de recuperación de la democracia”. (*): Nathalie es un nombre ficticio a pedido del integrante de Sin Mordaza por privacidad y seguridad. 

[Caña clara]

Aquí hay espacio para todos: puedes reírte, puedes no hacer nada o puedes levantarte con este merenguetón: Nadie como yo acumula esta fortuna de quererte / Mi corazón está enchufado a tu tomacorriente | Portada del disco: Bárbara Sánchez

No me quiero casar con mi novia fue la primera exploración de comedia musical que hizo Ricardo Del Bufalo (Toscana, Italia, 1991). Desde entonces es algo que forma parte de lo que ofrece como comediante. Combina sus dos pasiones y hasta su formación profesional como periodista en la Universidad Yacambú. Quiere generar risas, pero al mismo tiempo que la gente reflexione y, sobre todo, guarde memoria sobre la crisis venezolana. Lanzó un EP acústico en 2018, pero en octubre pasado se sumergio en la Venecadencia. Son 10 canciones que tienen entre 1.000 y 3.700 producciones en Spotify y que le hacen guiño al libro Memorias de un venezolano en la decadencia (1927) de José Rafael Pocaterra. 

—¿Qué vino primero en tu vida, la música o la comedia?—La música. Mi mamá tocaba guitarra cuando era joven. Un día descubrió que su guitarra estaba por ahí guardada, la mandamos a arreglar y me la dio. Comencé a ver clases y me encantó. Yo quería ser músico, pero después me di cuenta de que ser músico es un trabajo en el que hay que dedicarle demasiadas horas al instrumento y yo de verdad no tenía tanta pasión por la música.

—¿Qué crees que tiene el stand up y la música que consideras que son efectivos para dar mensajes de concientización y movilización?—El stand up convoca mucho. A la gente le gusta reírse, ir a los shows. La gente se divierte; no sienten que es alguien solo hablando de DDHH. Es como un acto de denuncia sin ser una denuncia como hacen los políticos: “Yo denuncio que este…”. La música tiene el poder de que las melodías se quedan sembradas en la gente. La gente puede que no recuerde un mensaje, pero recuerda la melodía, y con la melodía recuerda el mensaje. Quizás no recuerdas Qué duro es el amor en comunismo / Qué duro es el amor en dictadura, pero recuerdas la melodía.

—Hay casos de humor en Venezuela que han tenido repercusiones legales. Por ejemplo, el caso de los bomberos de Mérida en 2018 y recientemente el de la señora Olga Mata que hizo un video en TikTok. Como comediante, ¿por qué crees que esto le afecta tanto al gobierno?—Porque es muy efectivo. El humor busca la risa, pero la risa siempre es una expresión de la verdad, es la admisión de una verdad inocultable. Entonces el relleno de la arepa es inocultable que se relacione con ciertos personajes porque engloba una verdad. Lo dice de una forma efectiva, porque revela una verdad encubierta hasta que ella te la muestra. El cerebro reacciona con la risa. Al ser una expresión libre, una forma de ejercer tu libertad de expresión, es peligrosa para los regímenes autoritarios, dictatoriales, que no lo permiten. La libertad de expresión implica libertad de ideas.

—Una escritora venezolana dijo en una entrevista para una edición de este newsletter sobre distopías: “Los escritores escuchamos crecer la hierba”. ¿Consideras que los comediantes también lo hacen?—Sí. Los comediantes observan lo que nadie más observa. Observan lo humano en todas sus facetas: desde el lenguaje que usamos hasta las reacciones sociales, los comportamientos en distintas situaciones comunes o absurdas. Los comediantes logramos observar crecer las uñas, digámoslo así. 

[Melao]

El rock y los derechos humanos tienen una larga data juntos. Este temazo es una de las canciones más emblemáticas de la banda peruana Leusemia y fue lanzada durante el mandato de Alberto Fujimori: vagando en las noches de fusilamientos / gente desaparecida / ¿en dónde están?

Darles la vuelta a las cosas para expresar ideas o causas, y mover a las personas en el proceso, no es solo cosa de venezolanos. Aquí te dejamos algunas experiencias internacionales:

  • Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. Es muy probable que ese cántico lo hayas escuchado, sin importar en qué parte del mundo estés. En Chile, el colectivo feminista LasTesis le puso letra y performance a la lucha por los derechos de las mujeres con “Un violador en tu camino” en 2019. Con los ojos vendados, tal cual como ellas lo hicieron en medio del estallido social chileno, miles de personas replicaron el grito contra el patriarcado. Unos signos de exclamación que lograron unir a víctimas de violencia sexual: muchas de ellas, por primera vez, se atrevían a contar su experiencia.

  • Nadie lo conoce, pero realmente todos los conocen. La pintura muestra a un niño jugando con una enfermera que tiene una mascarilla. En el cesto de basura están sus juguetes viejos: los superhéroes en este contexto ya no tienen el mismo valor. Es el inicio de la pandemia de covid-19 y el artista urbano inglés Banksy lo ha dejado en el hospital de Southampton en agradecimiento por su trabajo durante la primera oleada de casos. Aunque nadie conoce su identidad, sus obras son populares por aparecer en lugares inesperados y dejan un statement.

  • En medio de una guerra. Antes de que Rusia invadiera a Ucrania en febrero, el artista ruso Pokras Lampas desarrolló una idea con unos amigos ucranianos que, sin saberlo, ganaría relevancia justo cuando Putin puso en marcha las fuerzas militares de su país a través de la frontera. Tenía previsto impregnar en los techos de nueve edificios de un complejo de villas en Ucrania, que pertenece a Alex Shtefan, la caligrafía de la frase “Un mundo unido” en seis idiomas: ruso, ucraniano, inglés, chino, francés e indonesio.

[Lo recién embotellado]

Ocurre en 1956, hace 66 años: el clarinetista estadounidense John LaPorta visita Venezuela, da clases y conferencias y graba un concierto magistral en el Teatro Nacional de Caracas. Un evento fundacional para nuestro jazz que repassrán en la Alejandría este sábado 30

🥁 ¿Listo para estar como niño con ídolo nuevo? El Festival Nuevas Bandas ya está calentando motores y, desde hoy, están abiertas las inscripciones para los que le metan a la música en serio. Regístrese acá sin miedo, mi bro.🎤 La semana pasada te invitamos a la presentación del Profesor Briceño y un concierto chévere en Puerto Ordaz… Y los dos se cancelaron. Pero acá va otro intento para que no quedes picado: si estás por allá, hoy es el Ucabchella, el festival universitario con solistas, agrupaciones, raperos y DJ de esos lares. Mosca desde las 3:00 pm.💃 ¿Creíste que nos íbamos a olvidar? Ponte a creer. Hoy es el Día de la Danza, momento oportuno para recordar –again– que la amiga de esta coctelera, Marcy Rangel, estrenó esta semana su libro Al son que nos toquen y hoy va pendiente de un conversatorio en Caracas desde el mediodía. Por acá no hay pérdida.🎵 Porque la vida es un eterno despecho en el que SanLuis siempre sale a pasear, esta vez será literal: los exintegrantes de Voz Veis se reencontrarán con dos presentaciones en un Teresa Carreño que estará hasta los tequeteques.

Quiero trabajar en el Gobierno para tener una casa giganteQuiero trabajar en el Gobierno Para que nadie a mi me aguanteQuiero trabajar en el Gobierno Para no sufrir la escasezQuiero trabajar en el Gobierno Para que me besen los piesMiraflores(Sentimiento Muerto, 1985)

Guarapita, un destilado deArepita