Guarapita toche

Nos fuimos para el cimborrio: la riqueza del español de los venezolanos 🗣️

Viernes 28 de abril de 2023

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[Fruta]

Venimos esmachetaos

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Tona y name. No es toma y dame. Casi siempre echamos chistes de gochos y maracuchos, a veces con malandros y sifrinos caraqueños, pero... ¿cómo habla alguien de Delta Amacuro? Eudo vive en un estado inseparable del universo de la comunidad indígena warao —la gente de las canoas, uno de los intentos de traducirlo— y él mismo tiene esas raíces. "En Delta Amacuro hay cuatro municipios, tres de los cuatro tiene población warao (Antonio Díaz, Tucupita y Pedernales), todos con distintas formas de hablar desde el acento hasta la velocidad", cuenta. Incluso aunque estés expresándote en español, allá es bastante probable que sueltes alguna palabra en warao. Y hasta puede pasar que un warao no entienda a otro: "De donde yo soy, al concepto de la verdad se le llama name. Pero en otra parte del Delta, verdad se dice tona". ¿Quién tiene la razón? Nadie, el idioma es una convención.OK. Eso no es exactamente español, pero entiendes lo que te queremos decir. Nuestra manera venezolana de hablar es extremadamente rica, probablemente lo mismo dirá un argentino o dominicano, pero a veces parece que tuviéramos varios países distintos en uno solo. Hasta un guaro puede ser completamente distinto a un habitante de Carora, que es una especie de república aparte, y ambos están en Lara. "El Ah diablo nunca deja de escucharse en Carora para mostrar asombro o reaccionar ante cualquier situación cotidiana", cuenta Liz. El resto de los larenses, están marcados por expresiones tan extrañas como el va sié cará: "Lo decimos los guaros de todas las edades y muestra escepticismo o sorpresa. Mi hija tiene apenas 7 años y la dice con demasiada naturalidad", agrega.Marlene es una de las principales recopiladoras de maracuchismos. Aquí entramos casi en una dimensión desconocida. Sí, tarde o temprano tenía que ocurrir. Como experimento, Marlene juntó a un grupo de turistas que se montaban en el tranvía de Maracaibo por primera vez y les presentó un texto que empezaba así: «No vaya a ser que piensen que perdieron los cobres. Y entonces se alebresten, se agallen con el tranvía, se arreguinden de las puertas y muramos todos apachurrados. Aquí las palabras raras juegan marullo. Las damas, por ejemplo, suelen emperifollarse y armar una ventolera en lo que pestaña un cura loco. A los niños les paran el trote repartiéndoles el coscorronazo hereje, les salen boliches en la cabeza y arman un berrinche. Entonces, les hacen arrumacos hasta más no decir. A veces, les regalan polos o les dan una busaca de gallitos. Y en un santiamén están armando la rochela. Los hombres arman barullo por quitáme estas pajitas. Sobre todo cuando andan carburiaos».El corrector de tu celular se volvería loco. Los turistas se vieron unos a otros como si hubieran escuchado un mensaje proveniente de otra civilización y necesitaran la ayuda de la lingüista de la película Arrival (2016). El habla de Maracaibo es una mezcla de factores muy complejos: la llegada de conquistadores de Andalucía, el aislamiento de la ciudad del resto del país cuando aún no existía el Puente sobre el Lago y las llamadas "décadas fecundas" del siglo XIX, en las que fue una ciudad probablemente más culta, próspera y desarrollada que la misma Caracas, explica Marlene. De hecho, aunque hoy suena a cruel ironía, Maracaibo fue la primera ciudad con alumbrado eléctrico.

Grandes referencias del español que se habla en Venezuela son autores como Ángel Rosenblat, un polaco de nacimiento que, de manera insólita (o quizás precisamente por eso), alucinó con nuestras Buenas y malas palabras (1956). O más recientemente, Francisco Javier Pérez, nuestro representante en la Asociación de Academias de la Lengua Española y autor del Diccionario del habla actual de Venezuela (1994). Quizás menos conocido es el hijo ilustre de Perro Seco (Apure), el semiólogo Manuel Bermúdez, que en las Estampas de la Lengua (recopiladas aquí) investigó expresiones relativamente recientes como bajarse de la mula:«En la zona fronteriza, mula era un contrabando de drogas; y el dedo, un delator. El proceso significativo va de la droga, que es el contenido, a la mula, que es el continente. Esta etapa corresponde a montar. Cuando se delata o descubre el contrabando, mula y droga se convierten en mercancía devaluadas por el delito. Pero cuando la mula pasa el examen significa billete, senda muna. Por eso el bájate de la mula tiene la significación de desmontarse, de saca la plata que tienes oculta ahí, y paga lo que se debe. Es como un juego amistoso de policía (hablante) y delincuentes (oyente)».

 

Marlene recuerda que, cuando era niñita, en la escuela le decían que no era "decente" tratar a la gente de vos. Varias generaciones de maracuchos crecieron con una especie de culpabilidad por ser tan únicos y, al mismo tiempo, desarrollaron una especie de resistencia clandestina para defender la zulianidad. "Aquí hay dos maneras de hablar: la social, más neutra, y la familiar. Y así puedes escuchar a un maracucho que pide una mano de cambures en la calle, y, cuando llega a la casa, dice: mi arma, pásame los guineos", cuenta la experta. Todo ese legado vuelve hoy a correr peligro, según Marlene, "pero al mismo tiempo se produce un hecho precioso: los zulianos que se han ido fuera de Venezuela reconstruyen esos valores y los transmiten de allá para acá".¿Están en peligro todas esas hablas regionales ante el avance de la globalización, el spanglish y la cultura TikTok? El historiador Rafael Arráiz Lucca tranquiliza y dice que hay que perder el miedo a lo nuevo: "19% de las palabras del español vienen del árabe, 700 años de colonización musulmana de la península ibérica no pasaron gratis. Todo es híbrido. La globalización no es exclusiva de lo contemporáneo. La riqueza no está en la pureza, sino en las combinaciones. Del comercio y las mezclas provienen nuestras fortalezas como especie, así es también en la naturaleza", opina el además miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.Nuestra evolución jamás se detiene, aunque no la percibamos, y si el idioma fuera una cosa estática, no tendríamos esa fuente inagotable de bromas y chalequeos plasmados, por ejemplo, en el glosario del Gocho de Whatsapp. Lo que hay que evitar es quedarse con las palabras guardadas.

[Caña clara]

La lingüista Alexandra Álvarez Muro nació en Washington y desde 2017 vive en Uruguay, pero jamás deja de estar pendiente de su querida Venezuela

Testaruda. Es una palabra que salta entre quienes conocen a la profesora Alexandra Álvarez Muro, responsable de publicaciones como la revista de lingüística de la ULA, Lengua y habla. Los títulos de algunos de sus libros, como Poética del habla cotidiana  y Cortesía y descortesía, ya te gritan sus obsesiones. Entre ellas, un venezolano soltando en la calle construcciones tan extrañas como: eso está es lindo y bello, marico.—En cuanto a nuestro "remix" venezolano del español... ¿qué nos hace especiales en Hispanoamérica?—En la oralidad, en Venezuela, hay varias cosas interesantes: el uso de los pronombres personales, la cortesía positiva, el acercamiento, la indeterminación. Los pronombres personales, porque caracterizan a una zona determinada, el usted en los Andes, el vos en el Zulia y el en el centro. Cada vez se extienden más en sus regiones y se van haciendo pronombres únicos de segunda persona singular. La cortesía positiva es la del acercamiento, no la de la distancia: “dame un cafecito, mi amor” es lo que se usa en el país y no “deme un café, señorita, por favor”, que se emplea solo en contextos muy formales.  El acercamiento se extiende a una actitud de amistad hacia el extraño: la llamada telefónica que comienza en usted pasa al tú en la segunda frase, el pana, el hermano. También los insultos como formas de saludo, tan comunes ahora, la llamada anticortesía, el ¡epa marico! usado solo entre amigos.  

.—¿Qué región venezolana te parece especialmente rica en cuanto a aportes al español?—Hay dos fuentes importantes, no regiones: los indigenismos y los africanismos. Los indigenismos del primer encuentro: el huracán, la canoa, el casabe. Asimismo, los africanismos traídos por los esclavos: sambumbia, burundanga, mandinga, mucama, mochila, dengue, ñame. Pero además, hay que tener en cuenta lo que se ha llamado la criollización, explicado muy simplemente como el surgimiento de una nueva lengua por el contacto lingüístico. En el caso de los africanos, surgieron lenguas como el papiamento en Curaçao y el palenquero en Colombia. El español de Venezuela tiene estructuras que podrían considerarse criollas, o criollizantes (y esto me lo han criticado mis colegas lingüistas) por lo que es mi opinión personal.  No me gusta azúcar, como se decía en Caracas olvidándose del artículo; el marcador ahí, también común en Haití: “dame una arepa ahí”, que no quiere decir ‘dame una arepa en ese lugar’ sino ‘dame una arepa, como tú y yo sabemos’; un tipo ahí  es ‘un tipo del que no necesariamente quiero hablar’, ‘un tipo cualquiera’.— ¿Qué venezolanismo te sigue intrigando después de tantos años de estudio?—Los macundales y los corotos. Se les ha dado explicaciones a ambas palabras, pero son etimologías populares. Los africanismos son difíciles de trazar en su origen, por nuestra falta de conocimiento de las lenguas africanas: por un amigo de Ghana supe que ellos usaban “pampam” como en te voy a dar pampam, para referirse al castigo suave que le puede dar un padre o una madre (sólo ellos) a un hijo; nosotros también lo empleamos con ese sentido.—Más allá de las palabras sueltas (venezolanismos), ¿alguna curiosidad de los venezolanos en cuanto a la construcción de sus frases?

—Algunos como el llamado ser focalizador ("yo quiero es café"), también colombiano; el pronombre más infinitivo como en "préstame tu máquina para yo coser" (no "para que yo cosa", como es la forma estándar); la indeterminación: "Las cinco y media pasaditas", como decía Aníbal Nazoa, el "más o menos" en todo. El acercamiento en la cortesía. Todos somos amigos, panas, brothers, panadería. Aunque la conversación comience con usted, se transforma inmediatamente en tuteo.—¿Algún venezolanismo que sea tu consentido?

—Muchos: entrépita (por entremetida), guarandinga, brinquilinqui, sambumbia, biyuyo, merequetén.—¿Algún venezolanismo reciente que llama tu atención?

Escuálido y trochero, de las dos etapas del chavismo. Son dos cambios semánticos, es decir, de sentido. El primero significaba ‘del color de los escualos’, ‘pálido’, y el segundo, que cambió del que te lleva por la trocha al ‘migrante que sale o entra por la trocha’; majunche de adjetivo a sustantivo: el majunche, refiriéndose a Capriles. Ambos fueron reinterpretados por Chávez y Maduro, respectivamente. Lo sorprendente es que la población, los opositores, acogieron ambos términos. Como decía Klemperer, en LTI, la lengua del Tercer Reich, el peligro es que los opositores lo asimilan y las palabras influyen en su manera de pensar. Aceptan los cambios sin darse cuenta.—¿La globalización, Internet y redes sociales representan pérdida o ganancia en cuanto a lo que hace nuestro español-venezolano diferente?

—Es posible que la globalización influya en nuestro español. Influye en todo, en nuestra comida, en nuestra forma de pensar, en nuestros gustos musicales, en la moda. Pero hay que pensar actualmente, sobre todo, en las aportaciones que pueda traer la enorme migración venezolana en todo el mundo, de venezolanos que salieron y siguen saliendo por la crisis humanitaria; la lengua es compañera, no solo del imperio sino de las movilizaciones humanas. Quizás podamos contribuir con pocas palabras —arepa y tequeño en la culinaria venezolana, ya muy extendidas— pero es posible que puedan ser más voces dentro de muchos años, porque las lenguas cambian muy lentamente. Además de influir posiblemente en los otros, lo cual es muy lento, se notan ya cambios en la forma de hablar de los migrantes: los venezolanos dejan de decir chévere y buenísimo para decir: eso está bueno. Ya se oye papaya por lechosa, y banana por cambur, o el marcador tipo: “me compré un buzo tipo calentito, en vez de ‘me compré un suéter calientico'.

[Melao]

Pajarito que venís tan cansadoy que te arrecostás en la piedra de beberDecíme. ¿No sos Polimnia? Toda la tarde estuvo mirándome desde No sé dóndeToda la tardeY ahora que te veo caigo en cuentaVenís a consolarmeVos que siempre estuviste para consolarTe figurás ahora un pájaroAh pájaro esponjaditoMansamente en la piedra y por la yerbita te acercás‘Yo soy Polimnia’ – Y con razón que una luz de resucitados ha caído aquí mismoPolimnia riéndotePolimnia echándome la bendición(Ramón Palomares, 1935-2016,el orgullo de Escuque)Guarapita, un destilado deArepita